Aquella mañana quería escribir,
un tanto descompuesto de tanta melancolía,
buscando inspiración pensando en ella,
como todas la mañanas que despertaba con su rostro en mis
sueños.
Y quería volverme beso, perderme en sus labios,
Volverme voz y perderme en su garganta.
Quería escribirle para contarle mis deseos.
Esa mañana se pasaba desapercibida,
medio insípida, un poco manchada.
Y no pude, no escribí mis torpes versos;
quise parecerme a otros que si son poetas,
que tal vez tuvieron la misma inspiración pensando en su
boca.
Y es que nada se parecía a ella,
ni el brillar de la luna, ni el calorcito del sol;
ni siquiera la neblina que me envolvía, ni el silencio de mi
habitación.
Y de repente le compuse un verso invisible
que susurre en su oído, y vi esa sonrisa semidormida,
algo en mi supuso que lo había escuchado,
algo en mi deseaba que estuviera soñando conmigo.
Y quise componerle más versos; pero no había poema
que igualara su respiración ni palabra suelta para comparar
su rostro.
Aquella mañana no pude escribir, y muchas mañanas mas.
Aquella mañana se hizo de alas, despego de mi cama,
entró sin remedio la tarde y con ella una noche solitaria.
Aquella noche pude dormirme sin pensarla, queriendo no
soñarla
y despertar sin acordarme de ella.Jaso
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