Y no quería acostumbrarme a ese momento,
ni a sus brazos, ni al brillo de sus ojos.
Pero sabía que tarde o temprano
iba quedar semiatado a su presencia,
como queriendo escapar, soltarme.
Sabía también que deliberadamente
me iba a quedar su recuerdo
si seguía buscándola cada mañana.
Y fue así entonces que quise escapar,
pero ya no pude.
Me había quedado tanto tiempo
pensando en no volverla a ver
que ya después no le pude despegar la mirada.
Jaso
No hay comentarios:
Publicar un comentario