Entonces
decidí volverte poesía,
porque así
son las cosas que yo hago,
es la única
manera que conozco, es mi salida más fácil.
Entonces
decidí escribirte lo que callé por tanto tiempo,
porque no
podía seguir matándome con mi propia zozobra.
Y es que no
pude aguantar más a tu voz,
a la
ausencia de tus palabras, ni a la nostalgia de perderte.
Entonces me
di cuenta que no te había perdido, porque nunca te tuve,
y es que la
quietud de los días había llegado con un poco de neblina,
como
augurando la oscura, fría y triste noche que debía esperar.
Así fue
como me volví esclavo a tus ojos, a las frases de amor
que no
pronunciabas, a las historia que yo inventaba, los finales que me creía.
Y te
compuse un poema tras otro, tras otro.
Y grabe
mi amor en cada verso, en cada renglón.
Y le puse a
mis letras tu nombre, y escribí tu silencio en cada párrafo.
Y solo pude
romperme, cambiarme, destrozarme, porque eso hacemos los poetas.
Y te volví
poesía porque eso hacemos los locos, los locos de amor.
Y grite
hacia adentro, llamándote, queriéndote, como si escucharas el eco de mi voz,
así
estuvieras tan lejana como la felicidad.
Y decidí
volverte poesía porque eso hacemos los enamorados, los que no arriesgamos,
los que no
intentamos, los que no queremos perder.
Y decidí
hacerte poema, inmortalizarte, dejarte grabada en mis textos, para así
tenerte
siempre, llenarme de ti cada vez que te lea, redescubrirte en cada frase.
Y decidí no
hablarte nunca más, y que mis versos lo hicieran por mí
si alguna
vez llegaran a tus manos.
Jaso